Hoy es lunes de carnaval y mi hija se ha ido a la guardería convertida en Barbi Mariposa, bueno, casi, porque era una Barbi sin tetas, claro y que no llega al metro de altura. El caso es que ella iba feliz, con su falda rosa de tules tipo Carry de Sexo en la ciudad, sus zapatos de purpurina brillante y sus alitas rosas. Se miró en el espejo satisfecha con la transformación y emocionada exclamó : «Mamá, soy igual que Barbi Mariposa ». Con las lágrimas en la comisura del ojo y un nudo en la garganta la miré orgullosa y dije : «Sí, hija, igualita, pero recuerda que no puedes volar». Me vino a la mente la imágen de la segunda parte de la peli aquella de Mira quien habla, cuando la niña está viendo Peter Pan y se sube a un armario para tirarse al vacío e intentar volar como Wendy. Me comenzó a picar el gusano de la preocupación maternal, pensando que mi hija iba a intentar hacer algo parecido, porque eso de ponerte dos alas a la espalda debe dar como mucha seguridad, si no que se lo digan a Ícaro.
El momento dramático con las alitas llegó sin embargo al poner el abrigo. No había caído en la cuenta, y una vez puestas unas alas rosas a la espalda de una niña de tres años, no hay manera de quitarlas, por mucho que le expliquen que es imposible poner un abrigo de la talla 3 sobre unas alas de medio metro de ancho. En medio de la discusión uno tiene que además enfrentarse a la lógica infantil : «Mamá, Barbi Mariposa no tiene abrigo!!!». No claro, porque la Barbi Mariposa de las narices vive dentro de una flor en un país imaginario donde además de no hacer frío todos tienen la talla 36 y unas medidas que hacen de menos a la regla del 80-60-80. Pero en Arnhem Zuid, desgraciadamente hace un frío que pela, vivimos en una casa de piedra y cemento y además una menda, que es tu madre, tiene que comprar en las tiendas de una talla más. Al final gané yo, afortunadamente, y conseguimos quitar las alas para poner el abrigo, pero sabía que ella siempre tiene la última palabra, de manera que ni siquiera me sorprendió cuando de camino a la puerta, se me queda mirando con cara de mala leche, puro retaco dinamitero rosa de tules y alas de mariposa y me suelta : « Mamá, tienes el culo muy gordo ». Y tú una jeta, hija mía, que vamos…Ni decir tiene que después de dejarla en la guarde me fuí directa al supermercado para avastecerme de productos Atkins, que hoy comienza mi dieta de una vez por todas y el próximo año no me tose ni mi hija ni la Barbi...A dónde vamos a parar...
1 opmerking:
Tu hija puede ser una mariposa o dos y si se le antoja hasta tres barbies, pero el a~no que viene María, ay... el año que viene el mundo será tuyo.
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