zaterdag 9 februari 2008

Señor Atkins que estás en los cielos

Como dije al inaugurar este blog estoy a dieta. He elegido la Atkins por eso de que bajas pronto y comes bien, bueno y porque además señor Atkins sale muy favorecido en la portada del libro y parece buen paisano, la verdad. El caso es que sólo una semana, tal y como promete el libro, parece que mi cuerpo se ha puesto a quemar grasa de la antigua, de esa que se te instala en plan okupa y no abandona tu culo en la vida hasta que atacas de este modo, a lo atkins, que debe ser algo así como decir a lo bestia. Vamos que mi cuerpo ha entrado en lipolisis, que más o menos quiere decir que le has dado un buen toque al metabolismo de esos de "a ver chatín si nos ponemos las pilas o me compro uno nuevo", y éste, se ha dado por enterado y se pone a movilizar grasas como un campeón. Así que hoy, cuando he podido de nuevo abrochar la cremallera de unos tejanos que hace meses que no ponía porque era igual que un chorizo azul, me he dicho a mi misma: "Por Tutatis, estoy hay que celebrarlo".
No hay mejor manera que celebrar la pérdida de grasa como ir de compras. Me fuí con mi querida amiga Anabel al centro y me puse a rebuscar entre las rebajas. Porque esta es la regla número uno: no te gastes mucho en ropa cuando sabes (o tienes la esperanza) de que el próximo mes tendrás una talla menos. El caso es que de rebajas quedaba poco apetecible, la verdad, pero ví unos pantalones negros de esos como de montar a caballo y dije yo toda chula: "Mira Anina, voy a probar estos que voy a quedar yo como muy aristócrática con unas botas altas por encima". Una vez en el probador me dí cuenta de que como que no, que con cartucheras no se puede ir a ninguna parte en este tipo de pantalones que no favorecen nada a los tipo campana cilíndricos diabólicos como yo. Se los devolví a la dependienta que me miró con cara de "si ya lo decía yo que usted no tiene pinta de montar a caballo, sino más bien de comérselo". Salí de la tienda con sabor amargo, pero muy contenta de que al menos había podido subir la cremallera de los tejanos en sólo una semana. Mi sorpresa fué cuando al llegar a una de esas tiendas donde una entra sólo a mirar o a inspirarse porque sabe que nunca tendrán su talla, y mientras esperaba a que mi amiga se probara unos trajes muy monos de la talla XS (te odio amorosamente guapa)...de pronto digo, se hizo el milagro. Entre los restos restantes encontré unos pantalones monísimos de esos anchos, corte recto masculino, con una tela de caída para morir y estampado elegante y gallaspero. Miré la talla y pardiez, una simple 44...Comencé a mirar el pantalón por delante, por detrás, pensando igual me vale jolines, son bastante anchos....hasta que la dependienta se me acercó y me animó a que me los probara de una vez empujándome rápidamente al probador. Claro que entiendo lo que evitaba la pobre es que la clientela pudiera ver a una tía con pinta de lleva como poco la 50 (o pal caso 100-90-140) intentando comprarse algo en su tienda para tipos pitiminís. En el probador comencé a sudar sin control, los nervios se apoderaban de mí mientras me ponía los pantalones: "seré capaz de subirlos más allá de la rodilla?", "conseguiré abrochar el botón sin que rebiente la cremallera"...eran momentos de tensión, porque una no quería enfrentarse de nuevo a la dependienta que me iba a poner cara de "esqueguapadondevastúesoyatelodecíayo"...Pero no, los pantalones subieron, y abrocharon! Casi me puse a llorar de la emoción...sujeté la etiqueta entre las manos temblorosas: "una 44 pardiez!" Me arrodille con devoción en el suelo del probador y mirando al cielo grité para mis adentros: "Gracias Sr. Atkins!". Seamos realistas, la emoción no me nubló el raciocinio hasta el punto de ver que los pantalones que deberían ser caidos y anchos a mi me quedaban más bien ajustaditos, pero qué carajo, era hasta sexy! Ni que decir tiene que me los compré, junto a otra faldita de la 44 que no subía la cremallera ni pa la de tres pero que pienso colgar en la puerta del armario con un cartelito que ponga: "en un mes caminarás sobre mis caderas".
Bueno, pues eso, que me volví a casa más contenta que unas castañuelas con mis dos prendas que no me debería poner aún pero que en poco tiempo lucirán esplendorosas sobre el cuerpo serrano de una menda. No sé que va a ser de mí el próximo año porque cuando llege a la 40 (que llegaré Atkins mediante) voy a arrasar en las tiendas...aunque quizás sea pedir peras al olmo, porque yo no recuerdo cuando vestí yo una cuarenta, creo que nací ya con una 38 como muy poco...En fin, que estoy contenta chicas...El día que ponga la falta dedicaré una entrada especial en el blog y hasta prometo poner foto y todo!.

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