dinsdag 22 juli 2008

Aburrimiento

El origen de todos los males de esta era moderna es sin duda el aburrimiento. En la época de mis abuelos, las quejas fundamentales eran el dolor de espalda de tanto dar a la fesoria y la peste nocturna a friegas de alcohol para calmar el moratón de la cornada traicionera de aquella vaca que no gustaba dejarse ordeñar. Así las cosas, y a falta de televisión, después de una dura jornada de trabajo en el campo, en la mar o en la mina, la sencilla y humilde comida en el plato sabía a gloria bendita: garbanzos o berzas de tres estrellas michelín. Incluso el colchón de lana molida a palos era mil veces mejor que cualquier viscosilosis del momento y se te adaptaba al cuerpo mejor que el viscolatex, a pesar de no ser hipoalergénico, era sin duda, eso sí, hipocalórico, sobre todo en verano. No había tiempo para quejarse de nada y cuando uno tenía un poco de tiempo o un poco de dinero para disfrutar de alguna forma de entretenimiento: teatro, cine, la tele del vecino, una partida de cartas en el bar..., atesoraba esos momentos como la mejor fortuna, ya que eran poco frecuentes y cortos además.

Con los años, las formas de entretenimiento, más destinadas a cubrir esos ratos de ocio del tiempo libre, fueron invadiendo todos los espacios del día, de manera que uno ya no sabe si usar la internet durante horas de trabajo forma parte del trabajo o del ocio. Nos hemos acostumbrado tanto a estar en permanente estado de entretenimiento, que no sabemos ya estar entretenidos. La televisión, a la que dedicamos de media más horas que a la familia, a la lectura y al sexo, es la caja que nos atonta y nos aburre. Cuántas veces nos hemos oído diciendo eso de voy a tirar este trasto porque no sirve para nada, sólo ponen basura!, y ahí sigue el trasto, ocupando el mejor sitio del salón. Todo el mundo da importancia a la televisión, no nos engañemos, hasta los más modernos que dicen que en sus salones minimalistas la tele ocupa un lugar poco destacado en una esquina, están hablando de una tele que es de por sí de diseño y que quizás cueste más que el salón mismo. La tele reina y para encima nos aburre. Internet ha tomado el relevo y no podríamos vivir sin ella. Nos comunicamos constantemente a través del email, de los foros, de los chats, de los blogs, y de mil sitios virtuales que parece conocemos mejor que nuestro propio barrio real. Tenemos amigos con los que nunca nos hemos tomado una copa pero con los que hemos compartido miles de horas charlando de temas profundos a través de la red. Hoy en día hay mucha gente que ha conocido a través de internet a más del 50% de sus amistades más cercanas, incluso a sus esposos!
Nos levantamos por la mañana leyendo las noticias, vamos en el tren con el iPod escuchando música, conectamos el ordenador nada más llegar a la oficina y leemos de nuevo las noticias en internet, o leemos nuestros blogs preferidos. Entre tarea y tarea profesional charlamos con nuestros amigos, nos reimos, descansamos, nos tomamos un café, una pausa para comer quizás leyendo, escuchando música, más internet. Llegamos a casa y después de cenar, encendemos a la reina y se la enchufamos a los niños para que se entretengan viendo los dibus (o el maldito video del Pocoyo) al mismo tiempo que juegan con la Barbi y quieren pintar con esa pintura de dedos que lo deja todo perdido. Papá y mamá encienden el ordenador de nuevo, repasan emails, envian otros, leen nuevos blogs, escriben el suyo, ven los capítulos de su serie favorita en internet o bajan música, o una película...y nos vamos a la cama cansados de estar cansados, y antes de apagar la luz leemos un rato, o nos ponemos el iPod para escuchar algo de música relajante...

Tolle tiene razón cuando dice que en esta sociedad hay demasiado ruido. Mucho, muchísimo. Nos agobia, nos aburre, y al mismo tiempo no podemos vivir sin él. Creo que esa es la mayor adicción del siglo xx porque además es una adicción global. El alcohol, la heroína, el crack, el tabaco son drogas de las que abusa un tanto por ciento (elevado o no) de la sociedad...nada es comparable a la inmensa adicción que TODO el mundo -en este mal llamado primer mundo- tiene al permanente estado de entretenimiento. Nos aburrimos porque no podemos divertirnos. Ya no hay manera de hacerlo porque se han diluido los límites entre lo que era diversión y aburrimiento. Los terapeutas se han empeñado en decirnos que tenemos que divertirnos con nuestro trabajo para poder ser felices, y entonces cuando el trabajo no nos divierte, pensamos que estamos locos, que no es posible ser capaz de mantener un trabajo en el que sólo tenga que trabajar y no divertirme al mismo tiempo.

No es de extrañar que los más altos porcentajes de personas con depresión se de en los paises más avanzados. En algunos de estos países es casi una moda seguir algún tipo de terapia. Nos psicoanalizamos constantemente, en busca de un desarrollo personal que nos libre de todo mal y nos haga felices. Y mientras pensamos y buscamos dentro de nuestra memoria aquel momento en el que todo cambió, en el que todo fué mal, seguimos haciendo ruido dentro. Ruido dentro y ruido fuera. No me explico cómo no estamos más locos de lo que nos sentimos. O quizás es simplemente que queda mucha gente por diagnosticar. Nos aburrimos. Tenemos demasiados lujos, demasiadas oportunidades para poder ahogarnos en un mar de dudas y buenas o malas decisiones. Menos mal que aún parecen quedarnos momentos de lucidez para ser conscientes de nuestra propia adicción a la queja por norma. Creo, que tenemos que plantearnos de nuevo la base para educar a nuestros hijos. Los estamos preparando para la abundancia, para que lleguen a ser esto o lo otro, pero que sean algo, que vivan bien, que siempre tengan. Para la abundancia estamos todos de cuna preparados (en estos tiempos que corren), así que mejor echamos freno y comenzamos a prepararlos para la escasez, porque un día, puede que el ruido se vaya y llegue el silencio.

1 opmerking:

Anoniem zei

Maruchi,

Qué razón tienes, jamía!

Eh, es esto una indirecta para tener 12 hijos? Fíjate en lo numerosas que eran entonces las familias, como no había tele... Si la tele es el mejor anticonceptivo que existe en el mercado!

Yo me duermo siempre viendo la tele, hasta en el cine en alguna ocasión, (más de una). Mira, que yo no quería tele en casa, y ahora tengo tres. Sólo se usa una y las otras están ocupando espacio.

Pero no nos quejemos que en Holanda no hay casi ruido comparado con España.