Estoy de vuelta después de un viaje de regreso cargado de peripecias. De Langreo a Santander tuve el gusto de disfrutar todo tipo de inclemencias metereológicas, desde granizo tímido y pequeñín al pedruscón de hielo que me pegó en el culo cuando a medio camino tuvimos que parar para ajustar el cinturón a las nenas. Desde la fina lluvia del norte que conserva el verde a mi tierra hasta el aguacero bilbaino que tiene de chirimiri lo que yo de pitiminí. Casi a la entrada del aeropuerto nos saludo la nieve y el viento. Después de facturar sin prisas y tomar el obligado pincho de tortilla con pimientos en la cafetería del aeropuerto de Santander (perdón Cantabria! que el aeropuerto es regional), nos decidimos a pasar el control policial una hora antes del previsto embarque. Lo que no sabíamos era que dentro de las salas de embarque no hay baños y como no, a los diez minutos de pasar y apoltronarnos en nuestros asientos rodeados de maletas, las nenas querían defecar. Menos mal que no volaba sola sino con mi querida amiga Surtido-Cuétara Martini de Orujo, a la que cariñosamente llamamos todos Cookje, aunque algunas menos amigas y vulgaronas la llaman también Casadiella. En fin, Cookie se las arregló para seducir a los tres guardias civiles del control que no sé que controlaban, porque en la pantallita esa de los rayos en la que se ve todo (pero todo) lo que llevas en el bolso y en las maletas, esta vez sólo se veía el juego del solitario. Los de la Benemérita se ablandaron ante el vestido de leopardo de Cookje o ante los pedos que se estaban tirando las tres nenitas y las dejaron salir a los baños públicos y pasar de nuevo sin control de pasaportes. Las medidas de seguridad ante todo. Cookje podía haber sido una terrorista sanguinaria que haciendo uso de las nenas saliera a recoger una bomba o una pistola, pero los de la Benemérita estaban a punto de terminar el solitario y lo que menos les importaba era una posible conspiración de una mujer que parecía Mata Hari, porque nosotras cuando volamos, aunque sea con los de Ryanair, lo hacemos fashion. Antes muertas que sencillas!.
Después de dos horas de espera sobre unos tacones de 5 cm, a una no le quedan ganas para caminar más allá de lo estrictamente necesario; así que cuando anunciaron por los altavoces que el vuelo se cancelaba debido a la tormenta y que teníamos que regresar por donde habíamos venido, casi me da mal y pierdo la compostura. No ataqué al chico de la Ryan porque llevaba una chaqueta rojo chillón horrorosa y me había dejado las gafas de sol en casa. Salimos dispuestas a hacer la cola de rigor para terminar compuestas y sin avión con cinco maletas y tres nenas que no superan el lustro, a las 11 de la noche en un aeropuerto tan diminuto que no tenía central de reservas de hotel, así que tuvimos que preguntar al taxista por un hotelito mono y coquetón. En veinte minutos estábamos luchando contra las puertas giratorias del Nueva Plaza. Nunca había visto unas puertas giratorias tan rápidas en mi vida. Cookje pasó la primera porque había olido desde fuera una terminal de ordenador con conexión gratuita a internet. Yo me arreglé para empujar a dos nenas y dos maletas, mientras que me giré a recoger las que faltaban la otra nena se me coló y su pié se quedó atrapado en la hoja de la puerta giratoria. Qué espanto! Cookje gritaba desde adentro, las otras dos nenas lloraban y yo, arriesgué mi vida, bueno, sólamente mi mano, para parar aquella máquina de matar. "Esto nos pasa por ir a un tres estrellas y no a un cinco", pensaba yo para mis adentros mientras la nena, liberada, era escupida por la puerta dentro del hotel.
Conseguimos la última habitación libre. Dos camitas de noventa y una supletoria que no estaban nada mal. Cookje se encargó de alimentar a las nenas con los restos de canapés que encontramos por los bolsos y unas cuantas chocolatinas. Yo ataqué el minibar y luego nos sentamos todas juntas a quitarnos el maquillaje y ponernos las cremas de noche. Cepillos de dientes no teníamos, pero hidratante de cara, de ojos, de contorno de labios y antiarrugas no faltó. Instruimos a las nenas en los secretos de cómo tener 30 y aparentar 20 y nos dispusimos a dormir, no sin antes criticar a todas esas vulgares que salen en el Gran Hermano.
Al día siguiente los de la Ryan nos pusieron otro avioncete que nos dejó sanas y salvas en la Alemania ex-Federal. Hacía un frío buenísimo para las arrugas. Después de tantos días de fartura asturiana, qué mejor que una dieta de MacDonalds holandés, con patatas fritas incluídas, todo ello regado con capuchino made in máquina-de-café-delaMari. Bocatto di Cardinale y Papuchi total. En fin, que agotadas nos acostamos esa noche, después de tan grande aventura, no sin antes rezar nuestra oración preferida......
donderdag 27 november 2008
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2 opmerkingen:
Tal como lo cuenta usted madmasuel Magí. Que conste que el de la chaqueta roja pimiento de la Rainer era un Soni Kroke a la cántabra. Menudas hombreras gastaba!
Lo mejor el aroma a bollu preñau que se fue quedando tan atrás como el paísaje cántabro.
El rayo que calló sobre la nave hizo que cayésemos en tal vulgaridad. Los picnics en bragas sobre camas de 90 siguen siendo lo más fashion.
El kukimonster como que no se creía la excusa del rayo, es lo que pasa con el proletariado, les falta mundo...
Tengo los morros como la Jolie. Al final voy a ser alérgica al brillo XL.
Muak, muak.
jajajaja ainss jajajaajajajajaaa¡¡¡
vaya 5 patas pa un banco....
así q como tener 30 y aparentar 2o eh?
lo bien q os debio de ir eso hace 10 años.. jajajaja
Gayetana... calló????
ya cállese maldito rayo¡¡¡¡
ajajajaja¡¡¡ xD
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