woensdag 1 december 2010

Ecos de sociedad

El pasado sábado mi amiga Cuqui (que se pronuncia así como se escribe y no cookie como dicen los holandeses, que no es lo mismo ser muy cuca que ser una galleta, a ver si nos entendemos de una vez. Pues decía, mi amiga Cuqui celebró un cóctel maravilloso para celebrar su cumpleaños. No voy a desvelar su edad porque no es costumbre de las damas desvelar tales secretos, pero tengo que decir que Cuqui lleva los años maravillosamente bien, y que yo sepa, que sé bastante, todavía no se ha puesto botox ni nada de eso. Quizás alguna mascarilla aquí y allá, pero nada de meter aguja o bisturí. Ella estaba preciosa, con un vestidito a la Onasis con broche monedita Kennedy de los auténticos, de esos que ya no puedes ni encontrar en el ebay. Las invitadas lucieron sus mejores galas, aunque algunas dejaron mucho que desear, pero ya se sabe, no todas tienen la misma gracia y finura a la hora de vestir, que siempre hay alguna que se cree la Duquesa de Alba y es capaz de combinar unas chanclas con un vestido marilín. Pero es que las extravagancias sin título se quedan en horteradas, para que nos vamos a engañar.
Estaban presentes todas las amigas y allegadas de Cuqui e incluso familia allegada. El hermano de Cuqui, un renombrado artista, nos ilustró con sus conocimientos musicales y nos desveló el que va a ser el namberuan del verano: Pamela Chu. Una canción llena de ritmo cuya letra es todo un estímulo intelectual. Allí nos deslocamos todas cantando el Pamelachú con tal salero que si nos hubiesen visto los de la tele nos hubieran contratado para ir a Eurovisión. Patty Difussa, enfundada toda ella en una de esas faldas que te quitan la respiración, (claro que ella con esa cinturita de avispa se lo puede permitir), bailó y cantó todos los ritmos de la noche, pinchados de manera digital por el PIchurri, que además de aparatos informáticos sabe de música como un montón. Cuqui estaba resplandeciente, no sé si era la luz o los margaritas que nos preparaba nuestro querido amigo el vizconde de Barcelona y Pacharán, que voló desde la ciudad condal con su mujer especialmente para el evento. Allí nos dimos cita la creme de la creme de la sociedad española en tierra baja. Vino también Lalita de Landsmeer, una amiga queridísima, bióloga ella y con mejores notas que la Obregón. Llevaba un peinado monísimo, de esos que necesitas más horquillas que pelos y cuatro litros de laca, pero que le quedaba divino y no se le movió ni un pelo ni al bailar el pamelachú. Nuestra princesa Leti de Amsterdam también acudió al evento, con un modelito reciclado, como tanto le gusta a ella, en color chicle NiÑa y zapatitos de tacón, al estilo MinniMouse. Y no me quiero olvidar del vestido gabardina de nuestra querida Patricia de Oviedo, qué maravilla, qué cuadros tan bien trazados, qué corte tan espectacular.
Qué decir de la comida, todo productos de la tierra de altísima calidad, porque la norma de Cuqui es que si vamos a acumular grasa para este frío invierno, hagámoslo con ibéricos y no comiendo esas guarringadas holandesas como los purés de coles que sólo te dan flatulencias. Qué hay que ver lo mal que huele el tren en el invierno. Los pedos de ibéricos huelen a otra cosa y el sonido que producen es muchísimo más elegante.
Termino mi relato confirmando que los rumores son ciertos. Este año regresa la moda de los cincuenta, pero no de aquellos vestidos con el cancán debajo que multiplicaban las caderas por dos. No, vuelve el recato, las chaquetidas twinset con collar de perla, el broche dorado a cinco centímetros en diagonal sobre el pecho, la falda tubo interminable con cinturón, el encaje, el lujo, la elegancia. Menos mal, porque estaba un poco harta del azul petróleo y de los leggings marcacelulitis. Regresa la elegancia y el buen vestir, los vestidos femeninos que sugieren, pero no dejan ver. Eso si es moda de verdad, y no esos pantalones de cintura baja que van dejando ver el tanga o la braga bridgetjones. Ya podemos volver a enfajarnos todas, a meter en cintura el michelín sin temor a que la escasez de tela revele nuestros secretos. Podremos comer sin temor al michelín incontrolado, porque no hay michelín que se resista enfundado en una faja correctora, que no te deja respirar pero te ayuda a no costiparte porque no aspiras los virus ajenos. Viva la sujección y la elegancia. Y para esas expertas de la moda espaÑola que defienden que sólo las flacas pueden ser elegantes, decirles que en tiempos de crisis, las vacas flacas no están "in". La gordura, la hermosura y el esplendor, son un rayito de esperanza de que aún, pese a todo quedan reservas.
Una fiesta maravillosa, Cuqui.

2 opmerkingen:

RAMON MUNTAN zei

¡ Vaya! veo que esto ha vuelto a arrancar. Al menos a mí me ha arrancado una sonrisa, que en estos tiempos de desazón y ocuridad no es poco.

Nos vamos viendo,si deu vol, i si no vol també.

kiko zei

en los barrios bajoos de hong-koong, una terrible japoneeesaaa!!