woensdag 11 februari 2009

Soy una macarra

Ayer estábamos mi nena y yo mano a mano quitando el hielo del coche, como cada mañana de los últimos días de este frío invierno, cuando me salta la enana: "Mamá, tu coche está muy enfadado". Yo, que a veces dudo si tengo una niña índigo o simplemente una repipi-que-te-cagas de cuatro años, pregunté evidentemente el porqué de su razonamiento. Ella, muy digna, se limitó a apuntar con el rascador de hielo a la parde frontal del coche con una cara que venía a decir: "hija, pues más claro agua, míralo por tí misma". Me puse delante del coche y por primera vez comprobé que es cierto, los Alfa Romeo tienen cara de mala leche y como el continente determina el contenido en la mayoría de los casos, deduje que todo el mundo debe pensar que soy una repugnante. Me pregunto si en el caso de los coches ocurre como en el de los perros, que los dueños terminan, con el tiempo, pareciéndose a su querido can. Después de dejar a la nena en clase, de vuelta al coche, permanecí unos minutos analizando mi parecido con el de mi coche, un Alfa Romeo color rojo. Yo visto últimamente de negro, he vuelto a engordar y no es el que el negro me estilice, simplemente guardo luto riguroso por la pérdida de mi línea. Osease en cuestión de líneas, estructura y diseño esterior, soy más parecida a un 600 que al Alfa. Lo que más me gusta del coche es su interior. Siempre eligo los coches por dentro. Los italianos saben fabricar coches elegantes, con detalles que demuestran su "passion for fashion". Pero una vuelve la vista a sí misma, y con un chándal negro, chaqueta a rayas blancas y negras de presidiaria, camiseta negra y zapatillas de deportes negras, con cuatro clips de MegaMindi sujetando el pelo y oliendo a Farala, me pongo a pensar que ahora entiendo porqué el coche tiene cara de mala ostia. Cada vez que me siento dentro con estas pintas le debo romper el alma. Así que he asumido que tengo que cambiar de coche. Necesito algo que me vaya más con mi estilo del momento. En los últimos años me he transformado en una madre sin tiempo, sin maquillaje y con pelos largos. Ya no llevo tacones ni minifaldas, ni gafas de sol XXL, sólo fulares del mercadillo a doble rosca sobre la garganta. Me he pasado del tweed inglés al tejano sueco y las camisas sueltas a rayas del H&M, de esas que dice mi amiga Patty que parecen las de los campesinos valencianos. Por mucho que intente teñir toda mi casa de blanco y azul rememorando la ibiza hippy de los setenta, he de confesar que más que una hippy progre parezco definitivamente una macarra... En fin, que siempre digo que nací burguesa y moriré proletaria, pero desgraciadamente creo que a este paso moriré hortera. Así las cosas la decisión está tomada, no puedo seguir conduciendo el Alfa con cara de malas pulgas. Necesito un coche que se adapte no sólo a mis necesidades de movilidad, sino a mis formas redondas, a mi manera de vestir y pensar, quizás necesite una bicicleta. Sólo espero que el Alfa deje de mirarme con cara de conejo...


4 opmerkingen:

Ignatia O'Reilly zei

Brillante!!! Te cambio tu alfa por mi clio desvencijado de 10 años. Hoy le miraré por primera vez a la cara para que me diga cómo soy yo.

Noticias Justas zei

Hija mía, nos leemos el pensamiento, porque justo hace unos minutos estaba mirando en internet las ofertas de coches y precisamente me he parado en las páginas de los Clío....el Clio tiene una cara simpática.

kiko zei

Quedate con el Alfa¡¡¡ pa q no se metan contigo... aunq por ahi los conductore son bastante más amables q por aqui¡¡

mi volvo tiene cara de gatete remojao, creo q me viene al pelo.
jajaja¡¡ y el micra tiene cara de buena persona, de momento no cambiare de vehiculos.

Que grande Jorge¡¡¡¡

RAMON MUNTAN zei

Jajaja María, yo también tengo un coche que me mira con cara de suficiencia... hoy lo he comprobado.

Con esa cara de desprecio por tener un dueño que cree no merece un coche como él.

Creo que es el momento de venderlo y empezar a mirar un monovolumen.