Como siempre, o como casi siempre, tengo que disculparme por no haber escrito ninguna entrada últimamente. Me levanto temprano y con el primer café despacho los asuntos importantes del día, es decir, me trago sin interrupciones ni respiros (más bien suspiros), el capítulo de la noche anterior de Amar en tiempos revueltos. Estoy enganchada a esta serie, mucho más que lo estuve a Amor Real o a Frijolito. Quizás porque la serie trascurre en mi país, en una época mítica o quizás mitificada por la memoria (o mala memoria) de muchos. Esta serie me produce una profunda melancolía, no sé porqué. Es como si yo hubiese en cierta manera vivido en aquellos años 30 y una parte de mí lo recordara y lo echara, a pesar de todo, de menos. O simplemente sea que en comparación con esta era que me toca vivir, aquella tenía espacio para los héroes. Hoy ya no se llevan, no se estilan las hazañas heróicas que sólo tienen por fin ayudar a los demás que creen en unas mismas ideas. Hoy ya no tenemos ni ideas ni ideales. Los que lucharon en aquellos años por la libertad, han dejado como herencia a sus hijos el libertinaje. La democracia es simplemente una palabra con la que se nos llena la boca y se nos vacía la cabeza. Hoy, que además de los problemas de siempre; hambre, paro, guerras, enfermedad...; nos enfrentamos a otros síntomas de esta sociedad agonizante: violencia gratuita, terrorismo tecnológico, caos social y falta de identidad; hoy, digo, por acabar se nos acaba la esperanza. No es que no podamos luchar por un mundo mejor, es que se nos acaba el mundo. Ni siquiera los toques que catastroficamente nos está dando la naturaleza de manera además poco disimulada, parecen suficientes para hacernos entender que, si no dejamos de una vez por todas de mirarnos el ombligo y darnos leña unos a otros mientras otros debaten de donde venimos y a donde vamos, aquí, señores, no vamos a ninguna parte.
Quizás mi melancolía se deba a que al ver esta serie, o otras como La Señora, que rememora la Asturias querida de los años 20, una se da cuenta, de que nuestros abuelos, los que aún viven y son conscientes de lo que ocurre, estarán lamiendose las heridas del pasado aún hirientes, porque todo lo que hicieron lo hicieron en balde. Qué poco cambia la raza humana. Podemos avanzar tecnológicamente a pasos agigantados, pero seguimos siendo animales racionales quizás, pero no razonables.
vrijdag 6 juni 2008
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1 opmerking:
Sabio no es aquel que sabe mucho, sino el que es capaz de transmitir sus pensamientos y hacerlos llegar a los demás.
Chapeau por tí María
Un beso.
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