Hace unos días publiqué en el blog la primera parte de un cuento que escribí hace unos años. Hoy he publicado el resto. Quería contaros la historia de cómo nació este cuento que tiene una pretensión social, más que literaria. Por aquel entonces, trabajaba yo en una ONG que aunque no se dedicaba directamente a tratar el hambre del mundo, me dió la oportunidad, a través de conferencias, redes de contactos comunes, etc, de conocer a mucha gente involucrada en esta desesperada lucha, muchas veces inútil, frente a la pobreza. Digo inútil porque es una lucha desigual en la que uno lucha en contra de algo más difícil que la pobreza: el sistema neoliberal que rige el mundo actual, un sistema invisible pero muy presente, un sistema criminal, asesino y en el fondo, suicida, porque terminará con nuestro planeta, al menos con el planeta que conocemos y soñamos. Desde hace varios años, la FAO (Food and Agricultur Organization of United Nations) viene repitiendo en sus informes que este planeta es rico. Sí, tenemos suficientes alimentos para dar de comer a dos veces la población mundial. Entonces, porqué más de 500 millones de personas están malnutridas en este mundo? Y porqué más de la mitad de la población mundial vive en la pobreza? Evidentemente tenemos un grave problema de reparto de riqueza. Nos concentramos en luchar contra la pobreza, cuando en realidad deberíamos estar luchando contra la concentración de la riqueza y el poder. Otro informe al que tuve acceso entonces, decía que solucionar el hambre en el mundo en términos económicos supondría la misma inversión que UNICEF hace en campañas de publicidad. Así es, este mundo es una auténtica paradoja. La respuesta está clara. La lucha contra el hambre y la pobreza no interesa. Es una campaña vacía que solo sirve para que pensemos que se hace algo, pero en realidad no hacemos nada. Los ricos de las zonas más pobres se enriquecen más, mientras los pobres se empobrecen más. Este es el mundo en el que vivimos. Alguien me dijo entonces que África se nos muere, el holocausto está pasando delante de nuestras narices y sólo miramos a otro lado. Nos hemos acostumbrado a vivir y comer con imágenes de niños malnutridos, escarbándo entre las basuras. Es normal y lo normal no nos llama la atención, no nos sorprende. Pero no lo es, no es normal que en un planeta tan rico y lleno de recursos como es la tierra, la gente se muera de hambre. Lo anormal es la riqueza extrema, porque sólo unos pocos se están beneficiando de ella. Hay mucha más gente viviendo en pobreza que en riqueza, lo que nos lleva a pensar que los que pertenecemos a una clase media acomodada somos una excepción, unos privilegiados por el mero hecho de haber nacido en un lugar diferente de la tierra. Lo más paradójico de todo es que los países con más riqueza de recursos: tierras, agua, petróleo, gas natural, carbón, etc, son en realidad los más pobres. Porqué? Simplemente porque esos recursos ya no les pertenecen, los han vendido a los verdaderos amos del mundo, que son quienes controlan cómo vivimos los demás. Cuando estos países se han desarrollado para darse cuenta de que les han engañado y reclaman lo suyo, demasiado tarde en la mayoría de las ocasiones, nos los venden como terroristas, como gente que no tiene idea de política internacional, como auténticos dictadores que no saben que poner un pié fuera del tiesto de este sistema organizado no es legal. El gran problema es que el sistema que nos rige, ya no es una cuestión política, sino económica. Las grandes empresas transnacionales que dirigen el mundo, no tienen más ideología que la riqueza y el saqueo, la manipulación de la política de cada país no tiene que ver con ideología alguna, sólamente con lo que se puede sacar «en plata» de ellos. Es un nuevo sistema feudal. Los grandes señores de la banca y las multinacionales campan a sus anchas, dejando poco margen de actuación a las políticas nacionales. Todo es una farsa. La democracia ha muerto. Cómo podemos créer en la democracia cuando el destino y las vidas de 6.500 millones de personas están en manos de 10?
Hemos ido creciendo con la idea de que los pobres son invisibles. Qué error! Son los ricos y más poderosos los que más invisibles son. Acaso creemos que Obama, Gordon, Berlusconi, Sarkozy y demás dirigentes de países que componen el G-8 o el G-20 manejan el mundo? Son simplemente títeres de un teatro cuyo guión y puesta en escena está operando en la sombra, no tenemos ni idea de lo que ocurre detrás de los bastidores. La pobreza está ahí, día sí y día también en la tele, en los periódicos, en la casa del vecino que se ha quedado en paro y ya no puede alimentar a su familia. La pobreza nos rodea, nos inunda y tiene nombres y apellidos. Pero el «back stage» de este mundo es un absoluto misterio. Mientras tanto nos entretienen con guerras, con epidemias, con crisis financieras y otro tipo de estrategias diseñadas con precisión para moldear a su antojo el mundo en el que vivimos. Ese cambalache que muchos defienden bajo la bandera del neoliberalismo. Cómo puede un presidente de un gobierno, cuyo partido está financiado con dinero de grandes empresas privadas autoproclamarse liberal? Pues nos tragamos eso y mucho más todos los días.
Hay esperanza? Esa es mi pregunta y la de muchos otros. Quizás sí, quizás no sea demasiado tarde para despertar y darnos cuenta de que lo que hasta ahora se nos ha vendido como una simple teoría de la conspiración, una novela de unos cuantos idealistas, se vaya tomando en serio, porque señores, esto es lo que hay y a los datos me remito, como dicen los políticos. Pues si esto es lo que hay yo no lo quiero. Y si para ello tenemos que dejar de ir a votar TODOS y darle un vuelco a este mundo, una sacudida anarquista si me apuras, una señal directa de que prefiero un país sin bandera, sin gobierno y sin leyes antes que las leyes impuestas por cuatro que no conozco y cuyo interés no es el mío, sino el propio, pues dejaré de votar. Los slóganes de los revolucionarios sociales de este mundo se han resumido en esa célebre frase de «prefiero morir luchando que vivir arrodillado». Yo quiero ser libre, porque es el derecho intrínseco del ser humano. Y sin embargo este derecho se ha saqueado en todo el planeta. Nosotros, que podemos comer y comprar ropa, y tenemos un techo bajo el que vivir, no somos más libres que los niños que urgan entre las basuras para poder alimentarse. Los países que nos venden la paz son los que hacen el negocio de la guerra. Tenemos que decir basta a tanta incongruencia. Para terminar, contaros, que hace muchos años, acababa yo de terminar la carrera y comenzaba a hacer pinitos como periodista «oficial y titulada», trabajaba yo para un proyecto de revistilla en Madrid y me enviaron a entrevistar a un señor que acababa de publicar una enciclopedia de temas paranormales. No recuerdo ni siquiera su nombre, solo que salí de su casa espantada, creyendo que aquel tipo estaba tocado del ala. Nuestra conversación había derivado en unas teorías del individuo sobre la globalización del mundo, el caminar hacia un gobierno mundial controlado por unos pocos, que él llamaba hombres grises o el grupo de los 13, en el que cualquier opinión disidente sería eliminada sin tapujos. «Ya está pasando», me decía, «a mi amigo fulano de tal en Zurich que ha comenzado a expresar públicamente estas teorías se lo han cargado. Hay un complot no entre gobiernos, sino entre la banca y las grandes empresas y se están sentando las bases para que nosotros aceptemos este sistema sin resistencia». Yo le preguntaba “cómo puede ser? Cómo no vamos a oponer resistencia?”… "Porque primero nos llenarán de miedo, miedo a la muerte, miedo a la enfermedad, miedo al otro, miedo al hambre, miedo a la miseria…” Y de repende ví el miedo en él, que me pidió no publicar nada de aquello : «Yo sólo soy un simple escritor de temas paranormales». Y yo pensé que además, era un loco.
donderdag 1 oktober 2009
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2 opmerkingen:
jolines, gran discurso!!
Sobrecogedora, la entrevista, a la par que reveladora. No estoy tan convencido de que haya un complot, no en el término real de la palabra, quizás un afán de riqueza desmedida, que es el que ha llevado a la globalización, y que avanza ciego apartando los obstaculos de su camino, aún cuando esos obstaculos sean vidas humanas. En el fondo son los mismos viejos recursos, la misma manipulación de las guerras, solo que cuantificados enormemente por el fenomeno de la globalización.
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