vrijdag 4 juni 2010

Razones para no montar en bicicleta

1. Si tu culo sobrepasa la medida estándar de la talla O, por mucho sillín que tengas talla XXL, las posaderas se desparramarán por los lados y el sillín se adentrará en las profundidades de tu trasero cual megatanga, desplazando al salvaslip hasta confines insospechados. No sé porqué esta sensación parece resultar placentera para los machos sean homosexuales o no.

2. Si se atasca el frenillo e intentas, en plena plaza de colegio abarrotaó de futuros Indurains por cuestión genética, desatascarlo con el dedo, este se desplaza rápidamente como por arte de magia desplegándo toda la fuerza centrífuga o hipotenúsica (soy de letras) sobre tu dedo y te lo dejará moraó moraó moraito al momento mientras tu uña comienza a convertirse en un manantial de sangre fresca, hecho que jode más cuando te acabas de dejas 15 euros en tiempos de crisis en una manicura profesional.

3. Si cierras mal el minibolso porta cosas en el que has intentado con fuerza exprimir tu monedero imitación Prada en versión XXL (como todo en mi vida)y coges en una curva un poco de velocidad (aprovechando el viento que no la fuerza física de tus piernas, el falso Prada echará a volar sin miramientos aterrizando en la vereda del canal en el que sin duda te mojarás los pantalones mientras luchas con un cisne madre vengativo para intentar rescatar al menos la tarjeta de crédito.

4. Si te quedan unos 50 metros para llegar a casa y ya estás imaginándote un vaso frío de coca light y un cigarrillo en la calma del jardín recién plantado, la llanta explotará sin darte tiempo a reaccionar y te hará perder el equilibrio, dejándote caer con todo el peso propio sobre el pavimento, mientras la bicicleta entera se desploma no hacia el otro lado, sino sobre tu cuerpo dolorido. Tendrás que recoger la bicicleta e irte con ella debajo del brazo como quien dice, mientras cuatro niñatos que no sabes porqué narices no están en clase se rien de tu estampa y hacen chistes en holandés que bendita la gracia que tienen.

5. Si cuando llegas a casa llena de moratones, con la uña destrozada, los pantalones mojados, el monedero hecho trizas y el salvaslip en la garganta aún te quedan ganas de coger la bici para ir a recoger a la nena al cole, es una señal inequívoca de que ya va siendo hora de nacionalizarte holandesa. Si por el contrario tiras la bici al suelo y te abrazas a tu Alfa dando besos sobre la chapa roja y ardiente bajo el sol, y te dejas invadir por ese perfume a gasolina y a llanta quemada, el amor que os profesáis será una razón más para no montar en tu vida en bicicleta.